Mis foto y comentarios de esta semana en La Opinión de Murcia. Esta semana con la colaboración de tres periodistas murcianos: Luis Alcázar, Joaquín Vera, y Fran Sáez.  
El tigre  – Fotógrafo invitado: Luis Alcázar
En la película de terror ‘Silent Hill’ conviven dos realidades paralelas y la protagonista vive de forma alterna, y con bastante angustia, ambas. Algo así separan las puertas de los baños. Dos realidades humanas que suceden al mismo tiempo, y en el mismo lugar, separadas por una puerta. La pareja que se besa del borracho que vomita. La comida de trabajo del apretón más urgente entre sudores. El divertido baile entre amigos del cocainómano ansioso. La petición de boda de quien descubre, ya tarde, que no hay papel. Y todo ello a pocos centímetros, separado por la puerta del tigre. Lo civilizado y lo animal
Los rodríguez
La mejora de las carreteras en esta región sirven, en boca de nuestros políticos, para vertebrar, pero también, maldita sea, para acabar con los ‘rodríguez’. Muy tarde tiene uno que acabar el trabajo o muy temprano empezarlo para que hoy en día se tolere familiarmente el fenómeno rodríguez. Ese acercamiento con la playa ha acabado con algo tan castizo y español. Yo, que lo habré sido dos o tres veces en mi vida, si lo soy acabo cenando un bocadillo en la barra de un bar con la mirada perdida, como cuenta Ernesto Sevilla en uno de sus monólogos. El rodríguez sano termina de cenar y se va a su casa a dormir. La mayor licencia es echar el colchón al suelo del salón para estar más fresco. Ir más allá sí que es de frescos de verdad.
Por dentro – Fotógrafo invitado: Joaquín Vera
No hay dos personas que opinen igual acerca de alguien.  Habrá quien hable mejor, quien hable peor, o quien no tenga opinión, o prefiera reservársela. Es curioso porque siendo como somos de un solo modo transmitimos a los demás ser de mil formas diferentes. Sólo cuando se nos abre y se nos observa por dentro puede afirmarse con rotundidad qué y cómo somos. Eso mismo le pasa a esta fruta. Aún sigo sin saber si es melón, calabaza, o ensayo de sandía. Y preguntadas las personas que entienden de esto tampoco ha habido una opinión unánime. Me dicen que sólo partiéndola y abriéndola sabríamos realmente lo que es. Como nos pasa a nosotros. Lo demás, prejuicios.
  Las rayas buenas  
Hay rayas con mala fama. Las rayas de coca, las rayas de los trajes de presidiario, las rayas horizontales en las calificaciones de un examen, la raya en la carrocería del coche nuevo, la raya continua del electrocardiograma, el roce de una raya eléctrica en el mar… Pero si de una raya buena hablamos es de la que deja el cojín en nuestra piel tras una buena siesta veraniega. Esa sí.
Il pompino  – Fotógrafo invitado: Fran Sáez
Cuando los de mi generación éramos chiquillos y se agotaba el líquido de las pompas rellenábamos el frasco con agua y Mistol. Imagino que hasta los niños de Villarriba, aún con sus padres limpiando paelleras con Fairy, usaban con alquimista precisión la mezcla de agua y Mistol. La foto es de Roma, pero no os hagáis los listos si vais por allí, que ‘fare un pompino’ en italiano no significa exactamente hacer pompas.
Los exrománticos
En uno de los más célebres sketches de Faemino y Cansado hablaban de la figura del romántico. Aquel que no vivía “por el acopio de cosas”, sino desde la generosidad y la filantropía, y ponían como máximo exponente al cultivador de perejil. Esa hierba ‘gratis’. Pero la vida, que es un constante desengaño, me llevó la pasada semana a descubrir que ya hay quien lo vende por 7 euros el kilo en el supermercado, a 0,35 los 50 gramos. Casi como el jamón, ¡Qué barbaridad! Ya no quedan románticos de los de antes.
El soldado de oro
Había sido estatua de piedra, bruja, payaso, y demás personajes, pero la nueva ubicación requería armarse, defenderse adecuadamente. No podía permitirse frivolizar en su estreno. Estaría muchas horas frente a la puerta y su cartel, con todo lo que representaba enfrentarse hieráticamente al todopoderoso Banco de Santander. El duelo sería violento, aunque silente, casi bélico, así que lo mejor sería uniformarse adecuadamente. Y ¿Cómo camuflarse ante un banco? Lo tuvo claro: de oro.

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