Crónica del Pleno del Ayuntamiento de Murcia del 28 de abril de 2016, publicada en
La Opinión de Murcia.
“Tienen ustedes la mente sucia” le soltó, así, sin vaselina, el edil Guillén (PP) al conjunto de la oposición municipal, para continuar llamándolos “los del rodillico”. Curioso que sea quien gobierna quien califique al resto de grupos de “rodillo”, pero es que el escenario de “nueva política” trae imágenes inéditas, como socialistas que apoyan presupuestos populares, supuestos regeneradores con “horrores administrativos” en sus facturas, grupos de izquierdas por separado, y los citados gobernantes quejándose de rodillos ajenos.
No sé si por suerte, habilidad, o un poco de ambas, el alcalde Ballesta (PP) lleva casi un año gobernando en minoría, y frente a una oposición unida en muchos aspectos. Señalo lo de la suerte o la habilidad, porque no es sencillo gobernar frente a una oposición que mediante su actividad parece querer decidir la gestión, los presupuestos, la política municipal, los horarios de los servicios, y hasta el más mínimo detalle, pero desde la comodidad que otorga estar en el lado del que critica y controla sin ejecutar. Hasta el colmo de querer incluso atribuirse competencias de la Junta de Gobierno y repartir ellos los presupuestos de las pedanías, tal y como se solicitó ayer.
La cuestión es que, mientras uno ejerza el gobierno está obligado a cumplir los mandatos del Pleno, le gusten o no los acuerdos adoptados, y Ballesta y su equipo no pueden ser una excepción. La alternativa que les queda, de no aceptar los acuerdos, es renunciar a sus responsabilidades ejecutivas y facilitar la elección de otro alcalde, y otro equipo de gobierno, y disfrutar desde la bancada de la oposición.
Ayer se aprobaron numerosas mociones, como otras veces, con el voto en contra del grupo popular en cuestiones que chocan directamente con sus posiciones políticas, lejos de cumplirlas inmediatamente tratarán de escaquearse, de dilatar su ejecución, etc. Pero Ballesta y su grupo tendrán que cumplirlas. Y todo ello frente a una oposición que no se decide ni atreve a presentar una moción de censura, entre otras cosas porque es cómodo estar donde están. Obligan a Ballesta a gobernar, pero no le dejan. Un contrasentido.
Quizá de haber conseguido Rajoy o Pedro Sánchez sus aspiraciones mediante acuerdos cogidos con alfileres hubiéramos visto repetido este escenario a nivel nacional. Y me pregunto qué fue de aquella añorada pluralidad que considerábamos el final de las mayorías absolutas y la llegada de acuerdos y consensos. Una pena. O quizá es que yo también lo veo todo a través de mi mente sucia.